26 de octubre de 2011

Experiencias de un usuario

El otro día fui al CEA, mi centro de prácticas para hacer una visitilla y comentar que estoy escribiendo este blog y que he hecho una web donde aparecerán ellos en fotos y videos. Para mi sorpresa, un par de usuarios me dijeron que les gustaría escribir algo para que yo lo publique aquí y quiero anunciaros, que me siento muy orgullosa de poder hacerlo, así que, en el momento que me entreguen lo escrito os lo comunicaré.

Otro usuario, por su parte, quiso contarme algo que quería que trasladase a vosotros, así que, aquí va:

"Yo me acuerdo cuando tenía un estatus medio-alto y veía a la gente tirada en la calle... La verdad es que pasaba completamente de ellos porque pensaban que eran unos vagos, mamarrachos y drogatas de la vida que estaban así porque querían. Cuando de repente mi vida se torció y me ví como ellos, tirado en la calle... me dí cuenta y empecé a pensar que quizá ellos también tendrían antes una vida como yo... a ver, que no todos! en el centro hay gente que ha elegido así su estilo de vida pero otros...
No se... yo me acuerdo cuando iba con mi coche y si había algún gorrilla ¡me jodía un huevo! Yo siempre pensaba: "mira que tener que darle a este pordiosero una moneda pa' que no me raye el puto coche?" y aunque yo no tenía problema de eso, porque si se me rompía un espejo o algo del coche en media hora tenia el coche arreglado u otro nuevo!, pero al final le daba la moneda. Ahora me he visto en el otro lado del río... y la verdad... es que sólo están pidiendo dinero de forma limpia para no robarte navaja en mano, y, aun así, los rajábamos nosotros a ellos.
Yo he de decirte algo, desde que soy alcohólico, porque yo me lo sigo considerando, he aprendido una lección que de teoría era muy buena, pero la práctica es acojonante: estando arriba, nunca miras al de abajo, pero abajo hay un mundo tremendo que si se observase un poco más... los de arriba también aprenderían. Es como... como un guetto, entre la gente del guetto, que saben que sólo están ellos hay un gran sentimiento de grupo, pero real, no el fingido de los mundos altos de ahora, hay colaboración, solidaridad, hay... mira, yo en mi empresa siempre le decía a mis empleados que para ser buenos tenían que conseguir vender ilusión a la gente, ilusión material y hacerles ver que sin el producto ya no serían tan felices. En este mundo, te aseguro que todo cambia y la ilusión... la ilusión es tan distinta... Yo se que el día que vuelva a ver ya encaminada mi vida de verdad todo habrá cambiado, mis prioridades, mis sueños, mi modo de ver la vida,... pero creo que lo agradeceré y te aseguro que valoro ahora mil veces más las cosas que antes ni pensaba. No se... si ahora me viese mi mujer... no se creería lo que estoy diciendo... ¡jaja! Pero bueno, todo en la vida tiene un por qué, la cosa está en fijarnos y saber mirar más allá de lo que vemos, no? ¡Tú de eso sabrás más! Pero... no se... es que cada vez que me recuerdo como un gallito con el cochazo por la calle sin mirar a esa 'gentuza' que pedía dinero... las vueltas de la vida... aunque lo que viene ahora es peor, a los niños de hoy en día mínimo un Audi A5, ¿que idea de la vida tendrán?".


21 de octubre de 2011

He de rectificar...

La verdad es que es para mi no es nada agradable escribir lo que voy a decir a continuación, pero temo que una actuación mía (que, por muy buena intención que tuviese al hacerlo, no se si fue la decisión más acertada) pueda llevar a error dentro del funcionamiento del blog. 


He recibido varios mails de personas que me conocen y que siguen el blog pidiéndome que ayude a gente que ellos conocen (y por extensión algunos conozco yo) y, a ver, creé el blog con la única función de acercar un poco las vivencias de gente que normalmente no tenemos en cuenta, contar mis experiencias para de alguna forma, intentar hacer pensar y dejar la puerta abierta a un cambio de mentalidad o una visión un poco más amplia de la vida. 
Cometí el "error", aunque ya digo que fue con toda mi buena intención, de dar una opinión sobre lo que yo haría en el caso que proponía Loli en un comentario, pero jamás imaginé que de dar mi opinión como he hecho muchas veces antes iba a desembocar en recibir correos electrónicos pidiendo apoyo. Espero que comprendáis que me estáis pidiendo que ayude a gente desde mi casa según lo que vosotros sabéis o pensáis y yo no puedo hacer terapias, intervenciones o "salvar" (como algunos decís) a personas que conozcáis, mucho menos vía Internet. Digamos que yo no puedo decirte a ti lo que yo haría para que tú repitas pasos con tu familiar o amigo, piensa que nosotros somos seres dinámicos, tú no controlas lo que la otra persona te va a contestar, y puede desembocar en algún que otro lío.


Después de actuar en el caso que os cuento del chico que quería agredir a mi vecino, digamos que era "joven e inexperta" y quería comerme el mundo, ahora, sigo siendo joven y también inexperta, me quedan muchas cosas en la vida, pero ahí, por muy bueno que fuese el resultado, aprendí los "contra" de intervenir sin una institución o nombre que te respalde, porque si te equivocas, si pasa algo, vas a responder como Diana, una ciudadana sin ningún título más, en cambio, cuando estás trabajando, actúas como Diana, proyecto de Trabajadora Social.


Se que es complicado delimitar donde empieza la profesión y comienza la "simple chica" y tened por seguro que si tengo conocimientos de la zona de la que habláis y de los recursos que existen por ahí puedo guiaros un poco en cuanto a centros que conozca o dar mi opinión, pero no me gustaría que se perdiese la esencia de este espacio y, no me gustaría que pensaseis que voy a "trabajar" con toda persona que encuentro en la calle porque no estoy activa 24h :P 
Estoy enamorada del Trabajo Social, es mi pasión, mi afición, mi trabajo, me encanta y me hace muy feliz, pero también necesito descansar a veces, es PARTE de mi vida, no mi vida entera. Espero que lo entendáis.


Os invito a contar vuestras experiencias, vuestros pensamientos, pero entended que esto es un trabajo de la universidad y que, por mucho que me alegre que queráis ayudar a vuestra familia y amigos, a vuestra gente, no puedo hacer "terapias virtuales", más que nada porque sentiría que haciendo eso estoy "luciéndome yo como Trabajadora Social" y no haciendo el trabajo que pretendía hacer con el blog, acercar éstos dos mundos tan cercanos y, a la vez, tan lejanos.


Espero que lo comprendáis y, gracias a todos ;)

20 de octubre de 2011

Compartiendo mi felicidad :)

Esta tarde estaba retocando cosas de mi web ( https://sites.google.com/site/proyectoprosite/ ) y he empezado a sonreír como una idiota acordándome de los grandes momentos que viví al llevar a cabo mi proyecto de final de carrera, sonreír por todo lo que me enseñaron los usuarios y colaboraron esa semana, por todo lo que dejaron que les enseñase y se enseñaron entre ellos,  por lo que nos reímos todos. Si, habrán cometido delitos de diferentes niveles, consumirán drogas, dormirán bajo las luces de la ciudad, pero me encanta verles seguir creciendo cada día y me enorgullece pensar que me han dejado formar parte de sus vidas. 
Hoy me han dicho algo sobre mí que me ha hecho reflexionar y me ha alegrado muchísimo, me han dicho que hay gente que hace terapia por hacer y que estudia por estudiar, pero que se nota que yo creo en lo que hago y que con mi pasión es normal que la gente sea capaz de confiar en mi (como profesional), es uno de los mejores piropos que me han dicho nunca, y de verdad, Gracias! :) .  Se que ésta entrada no es nada técnica ni profesional, pero me apetecía muchísimo deciros a todos que estoy orgullosísima de el camino que he elegido en mi vida, estoy super contenta de las decisiones que he tomado y las oportunidades que se me han dado, de los conocimientos que me ha transmitido cada profesional que me he encontrado en el camino, sobre todo Luisa, Ana, Lidia y Silvia, grandes profesionales que me han guiado y toda la gente, que a nivel personal, también han estado a mi lado (por mucho que la vida nos haya distanciado) Gracias. Hoy rádio de felicidad, y quiero compartirlo aquí.

NOTICIA 2007

Hace unos años, en 2007, leí un gran documento sobre personas sin hogar titulado "Personas sin hogar: las noticias no lo cuentan todo". Se publicó en un momento donde muy frecuentemente veíamos noticias sobre jóvenes que habían atacado o quemado a personas mientras dormían en la calle. La víctima con más repercusión, Rosario Endrinal, una mujer de 51 años que murió calcinada viva en un cajero de Barcelona por manos de tres jóvenes, aunque tampoco hemos de irnos tan lejos, un poco más tarde moría aquí en Alicante (en San Vicente del Raspeig) un hombre al que también quemaron dentro de un contenedor de basura, y cerca de la playa, apuñalaban repetidas veces a un chico por tocar música en la calle, sin embargo, estas noticias, desgraciadamente, pasan más desapercibidas. Otro caso del que nadie se hizo eco (la bienvenida de las rebajas era más importante...) fue el de un usuario; murió el año pasado a manos de alguien que decidió darle una brutal paliza y abandonarlo en la calle. Lo encontraron a la mañana siguiente.


Bueno, retomando el tema del artículo, me he tomado la libertad de buscar el documento y rescatarlo para vosotros. Si queréis leerlo directamente de la fuente, os dejo el link ;) Espero que, como siempre, os haga reflexionar.


PERSONAS SIN HOGAR: LAS NOTICIAS NO LO CUENTAN TODO
Personas sin hogar y sin rostro tampoco, reducción de personas a categorías y eufemismos como 'indigente' o 'sin techo', invisibilización de una cifra de muertes muy similar a la de mujeres muertas por la violencia machista, tratamiento muy 'atomizado' y sin denuncia estructural... Estas son algunas de las carencias más frecuentes que presentan las noticias sobre personas sin hogar que publica la prensa española. Esas son las conclusiones del estudio "Las personas sin hogar en la prensa escrita", publicado por la Red Nacional de Entidades que trabajan con Personas sin Hogar. "En ocasiones resulta más elocuente el latido implícito que lo destacado abiertamente por los medios de comunicación social", aclara Íñigo Arranz, autor del documento.

El informe analiza 438 noticias publicadas en 2006 tanto en medios digitales como en medios impresos. De todas ellas, el 31% reflejan actos violentos y el 31% de los agresores a los que se refieren estas informaciones son jóvenes. Otros temas que reciben bastante cobertura son las políticas sociales (30%), los movimientos de iniciativa social (28%) y la información sobre sociología de las personas sin hogar (11%).
Muertes invisibles o invisibilizadas
Las noticias refieren 68 muertes de personas sin hogar a lo largo del año, aunque el autor advierte de que "éstas son sólo las muertes que se contabilizan en prensa, puede haber bastantes más". Y es que, según el documento, las agresiones raramente se denuncian (17%), o bien permanecen en la clandestinidad (35%) y son conocidas posteriormente, o bien salen a la luz pública gracias a la colaboración ciudadana (45%).
Arranz denuncia que estas cifras son 'muy semejantes' a la cifra de mujeres muertas por la violencia machista y sin embargo "cuentan con un espacio informativo infinitamente menor". Además, las pocas que se cuentan, se invisibilizan dando más espacio a la información sobre los agresores que sobre las víctimas o calificándolas de muertes por 'causas naturales'. El autor subraya que "morir en un contenedor o en un banco de frío es también otro tipo de violencia: violencia estructural".
Además, el vocabulario para referirse a estas personas, en ocasiones, las reduce a categorías y eufemismos. 'Sin techo' es la palabra más utilizada en las noticias, aunque también se usan mucho 'sin hogar' e 'indigente' y se inventan nuevas categorías como la de 'mendigo inmigrante'.
Otros aspectos preocupantes que señala el informe son los siguientes:

  • La prensa realiza un tratamiento "demasiado individualizado y atomizado" del problema, centrándose en casos puntuales y sin lanzar una reflexión o una denuncia sobre el sistema en general.
  • Aunque el colectivo de personas sin hogar está reflejando perfiles cada vez más diversos, como el de jóvenes, mujeres e inmigrantes, el retrato que reflejan los medios es el estereotipado: varón de mediana edad con problemas asociados a las drogas y la salud mental.
  • No existe un discurso político y cultural alternativo. Las movilizaciones que se reflejan son acciones puntuales, pero no se observa una fórmula de activismo incorporada al trabajo diario por los derechos de las personas sin hogar.
  • La calle sigue siendo un lugar "amplio, blando, difuso y con unos límites poco definidos". Apenas se publican reflexiones sobre escenarios, regiones o el espacio público.
Tras conocer las conclusiones de este documento, la Red Nacional de Entidades que trabajan con Personas sin hogar, se plantea la creación de un observatorio específico sobre la violencia hacia las personas sin hogar y sobre el tratamiento informativo de su situación. También han añadido entre sus retos de futuro la creación de una guía de tratamiento dirigida a las y los comunicadores para tratar de incidir en su trabajo y lograr una cobertura informativa más respetuosa y que refleje la realidad del colectivo.

LINK:
http://www.consumer.es/web/es/solidaridad/proyectos_y_campanas/2007/03/27/161163.php

Respuesta a Loli


>> Hola, soy Loli y veo todos los días a una persona sin hogar desde hace un par de semanas. En un pueblo cercano a Orihuela un hombre de unos 40 años, divorciado, con dos niños pequeños vivía con su madre. poco a poco ha ido consumiendo más alcohol, pero no de forma desproporcionada pero sí cada vez más y más a menudo. Por suerte es una persona que cuando se emborracha no es agresivo ni nada, él se calla y se va a su casa a dormir.
Hasta hace poco trabajaba de barrendero pero su problema ya estaba afectando a su trabajo hasta que lo despidieron, y ello provocó que bebiera más. La consecuencia ha sido que se gastaba todo el dinero en alcohol y en sus niños, por lo que su madre lo ha echado de casa.
Ahora está durmiendo en la puerta de la iglesia, se tapa con una manta que le da y le lava una vecina, y se puede duchar y comer algo en la casa de una tía suya.
De repente se ha visto en la calle. Le han dicho que vaya a Orihuela a un centro pero él dice que no quiere irse del pueblo, y que él no tiene ningún problema. No es consciente de que tiene un problema con el alcohol, el cree que "no es para tanto". 
Diana, en éste caso ¿qué se podría hacer?

>> Querida Loli, antes de nada he de confesar que nunca podría haber imaginado que alguien colgaría en el blog un comentario como el tuyo, me ha sorprendido y gustado que alguien se interese de esta forma por alguien. 

Para empezar te diré que en el mundo de lo social ninguna respuesta es la “verdad absoluta”, todo depende del estilo  profesional. Yo defiendo al individuo como agente activo de la intervención (“no le des pescado, enséñale a pescar”). Él decide cuándo y cómo actuar según se vea preparado, y yo le doy pautas para que se vaya viendo preparado en el camino. En base a eso, mi respuesta es la siguiente:

He de suponer que eres de ese pueblo y que lo que me cuentas son apreciaciones por a los conocimientos que tienes sobre el hombre, no? Fiándome de tu información, he de decirte que el caso es delicado ya que el hombre parece no tener conciencia del consumo abusivo. Digamos, que un consumidor de cualquier sustancia pasa por unas fases, él está en la primera, todavía no contempla el problema ni se plantea dejar de consumir, por lo que una persona que trate con él, lo último que deberá mencionar será el término "problema" antes de que el hombre lo haya denominado así, sino se sentirá atacado y se pondrá a la defensiva, y es lo último que se pretende, no? Este hombre deduzco que tiene una conducta adictiva, pero no creo que haya llegado al grado de trastorno adictivo (aunque no puedo decirlo sin saber qué cantidades consume, desde cuándo y con qué frecuencia -deduzco que es diaria-) digamos que está todavía con un pie dentro y otro fuera y sería medianamente fácil que volviese a su normalidad porque todavía no es crónico.

Mi intervención con él estaría enfocada a saber cuál es el factor desencadenante que le hace acudir al alcohol como vía de escape ya que en el momento que se trabaje con ese factor, automáticamente todo lo demás se va modificando y probablemente, si la persona consigue lograr una estabilidad en su vida y adquirir técnicas para el manejo de situaciones conflictivas de su día a día, él sólo deje de consumir e incluso, si los signos de abstinencia son muy notables, sea capaz por él mismo de acudir al médico de cabecera a pedir medicamentos para sobrellevar la crisis. Digamos que es como un círculo hecho con fichas de dominó, en el momento que tiras una todas las demás se caen y cambian su posición. Te digo que es mucho aventurarme porque no he tratado con él, pero lo que yo haría sería eso, averiguar cuál es el foco. Ese consumo es provocado por algo, de nada sirve decirle “no bebas más” sin solucionar lo que hay detrás, porque volverá a consumir a la primera de cambio.

Respecto a su madre, yo la utilizaría como punto de apoyo. Sí, es duro y efectivamente la situación, agresivo o no, se vuelve insostenible. Orientaría a la madre para que no vea a su hijo como un “alcohólico” o un “monstruo que se jode la vida”, intentaría hacerle ver que su hijo ha tropezado, está en un momento malo y, quizá su apoyo le venga bien. La invitaría a participar. Quizá sea ella quien sentándose con él (en caso de que ella no tenga el conflicto con el hijo) consiga, con mucha paciencia, aceptación, comprensión y nada de pena, que su hijo le cuente lo que le ocurre. Que sea sincera y le diga “hijo, estoy preocupada por ti. Últimamente, creo que te guardas algo dentro que te hace daño y me gustaría que confiases en mi y que juntos salgamos adelante, nosotros podemos hacerlo cariño”. Decir un “nosotros” cuando se habla de un problema –en la pareja, familiar,…- es una técnica muy buena para hacerle ver en la persona que tú te subes al barco y estás con él, no le dejarás solo. Que busquen un buen profesional, de verdad ¡abajo mitos! a veces un buen psicólogo a tiempo cura muchos males y ya te digo que, yo trabajaría siempre con lo que hay detrás, el factor desencadenante. El alcohol es una consecuencia, digamos que es el síntoma, lo que se vé latente, si escarbas un poco más, encuentras el pastel. Por ello, si de buenas a primeras intentas destrozar la superficie, nunca llegarás abajo y solo conseguirás que la persona te ataque. Cómo no es consciente del problema, yo no lo empezaría a introducir la idea del mismo hasta que hubiese averiguado cuál es el factor desencadenante, hubiese empezado a trabajar con él y ya llevase la mitad del camino recorrido, si no, se puede sentir atacado y dar marcha atrás.

Sobre el centro de Orihuela, no hay muchos donde elegir así que supongo que hablaremos del mismo. No creo que sea lo que necesita. Él tiene cubiertas las necesidades de alimento, vestimenta, higiene… En el centro tienen un carácter bastante asistencial, no hacen terapia según tengo entendido, dan un plato de comida caliente, ropa y una pequeña orientación (no los menosprecio, pero creo que es para personas con otro tipo de situación más extrema, el hombre por lo que dices tiene apoyo del vecindario y de su tia), creo que no es el tipo de centro que necesita, es más, creo que eso si le empujaría a la cronicidad del consumo. A parte, está bastante arraigado al pueblo por lo que se ve,  y quizá el cambio de “contexto”, que ya de por sí suele ser traumático, en éste caso sería más perjudicial. 

No se… esto es todo lo que yo haría… ten en cuenta que no he tratado con el hombre y me baso en la información que puedo analizar según lo que me cuentas ^^  Espero que te sirva de ayuda, siempre puedes ser tú quien hable con la madre y la guíe un poco ;)

19 de octubre de 2011

Experiencia: De mis mejores casos


Os presento una de las intervenciones más complicadas que he hecho en mi vida. El primer fallo es que al no estar en horario laboral y no tener respaldo institucional, no debería haberla hecho, pero... no podía dejarlo pasar.

21.00h, acabo de llegar a casa después de un duro día. De repente se oyen unos golpes muy fuertes y gritos, nadie acude y puede que pase algo grave o que alguien esté en peligro, así que salgo a ver qué ocurre con mi compañera de piso, Laura.

En el piso de arriba hay un hombre gritando y dando patadas a la puerta de mi vecino. La puerta blindada se mueve con los golpes. El hombre se muestra nervioso, posición corporal rígida, grita a la puerta y exclama cosas como “¡te veo, se que estás detrás de la puerta, abre!” o “¡te voy a matar, cabrón!”, por lo que puedo decir que su nivel de agresividad es muy alto. En ningún momento dirige la mirada hacia nosotras, lo que me hace pensar que está cegado por la ira y no se ha percatado de que estamos ahí o está obcecado con conseguir su fin.
Creo que debemos mantener una distancia de seguridad pero también llamar la atención del hombre de algún modo para reducir las posibilidades de que nos vea como amenaza y cargue contra nosotras su cólera. Tengo el corazón acelerado pero debo centrarme para hacer que el hombre se clame. Laura está pálida, se marea y se va a casa a llamar a la policía. Me quedo a unos 7 o 10 escalones de distancia observando, no quiero invadir su espacio. Alguien debe frenar al hombre y no hay nadie más, así que, sin pensar en cómo lo haré ni en los peligros, comienzo a pensar en cómo llamar su atención. 
Soy consciente de que no va a escuchar nada de lo que le diga en un primer momento, así que le digo que hay niños en el edificio mientras muevo lento las manos a la altura de la cintura haciendo un gesto como de “calma”(levantándolas más sería podría provocar el efecto contrario). El hombre me mira, he conseguido llamar su atención. Moviéndome siempre lento y con un tono de voz no muy alto pero firme subo un escalón y le pregunto si está bien, y qué ocurre. El hombre, haciendo grandes gestos con los brazos y con un tono de voz más bajo que cuando hablaba a la puerta (aunque seguía siendo elevado) me dice frases sueltas de lo ocurrido “que este cabrón le ha pegao’ el SIDA a mi mujer”, “que dice que me voy a quedar sin hijo”. El que module el tono de voz me hace pensar que pese a todo es capaz de tener un mínimo control sobre sí mismo, aunque mientras me va diciendo frases su tono de voz se eleva poco a poco y desemboca en un golpe más a la puerta. Vuelvo a intervenir y utilizo la excusa de los niños para volver a retomar con él el contacto. El hombre continúa explicándome lo sucedido volviendo a ir aumentando gradualmente la agresividad de la misma forma que la vez anterior y yo repito mi actuación anterior. Ésta vez me he percatado de que su agresividad aumentaba cuando miraba la puerta, así que, acercándome un poco más, le propongo bajar a la calle y hablar allí, ya que si le separo del punto que le provoca esa ansiedad e ira, el hombre retomará su control. Él acepta, lo que me indica que está abierto a la interacción y yo me empiezo a sentir más tranquila. 
El hombre baja hasta donde yo estoy mirando a la puerta mientras desciende. Desprende olor a alcohol y los vasos sanguíneos  de la zona de la cara y cuello están muy coagulados, sin embargo, carece de temblores y lo que dice tiene coherencia, por lo que deduzco que puede tener una conducta o  trastorno adictivo de alcohol y que no tiembla porque ha consumido (de ahí al olor que desprende) aunque no en grandes cantidades, puesto que es capaz de mantener de forma adecuada una conversación.
Mientras bajamos por la escalera hacia la puerta, y para evitar que su mente pueda seguir pensando en su objetivo y que se está yendo, le invito a que siga contándome lo ocurrido. ¡FALLO MIO! Precisamente con eso consigo lo contrario, ya que la puerta seguía viéndose desde el punto en el que estábamos y mientras me cuenta el suceso dirige la mirada a la puerta aumentando de nuevo su agresividad y queriendo volver a subir. Consigo frenar el impulso retomando la idea de hablar conmigo y condicionándole a que si quería hacerlo tendría que ser en la calle “porque los vecinos no tenían por qué enterarse de nada” (no sé si condicionarlo era lo más acertado en este momento, arriesgué al 50% ya que desde el primer momento había estado abierto a la comunicación en mayor o menor medida, y ahora no tenía por qué ser menos). El hombre asiente con la cabeza y continúa descendiendo mientras retoma la conversación anterior donde me contaba lo ocurrido pero esta vez hablando lento y teniendo una posición corporal muy rígida, lo que me indica que le está costando controlarse. Corto esa conversación (para rebajar la tensión) y pruebo a tener un contacto físico cogiéndole el hombro mientras le digo que cuando salgamos a la calle nos sentamos en un lugar tranquilo y me lo cuenta. Él responde bien al contacto, su cuerpo pierde la rigidez. (He escogido ese momento para el contacto físico porque el hombre estaba intentando controlarse y he visto que le estaba costando mucho y sin embargo lo seguía intentando, le he cogido para decirle “no tengo miedo, tómate tu tiempo, te voy a escuchar”.)
Le pregunto su nombre, dice que prefiere no decírmelo, esto me demuestra que todavía no se ha creado ese clima de confianza. Yo le digo que no tiene importancia y salimos a la calle. Todavía está nervioso y lo expresa con movimientos rápidos. Mira hacia arriba y está el vecino del 4º asomado. El hombre vuelve a descontrolarse. Me pilla completamente desprevenida, por un momento pienso que después de toda la tensión pasada va a acabar atacándole, se me ha descontrolado la situación. Corto el contacto visual con el vecino y le invito a venirse conmigo, él me mira y mira a mi vecino, lo que me hace pensar que duda en qué hacer y yo me arriesgo recurriendo al contacto físico de nuevo. Le miro fijamente y le cojo los hombros. Él se queda callado y empieza a andar. (Con el contacto físico he provocado que salga del “trance” de ira en el que había entrado de nuevo al ver al chico del 4º, pero me he arriesgado mucho, podría haberme agredido a mi.)

Vamos a un portal y nos sentamos. Estoy tranquila y creo que él lo nota. Poco a poco me dice su nombre, me cuenta su situación de consumo y social actual, tiene una actitud completamente relajada, me cuenta lo ocurrido con el vecino del 4º, me cuenta problemas que tiene con su consumo de drogas y alcohol, con su hijo, con su mujer, me cuenta sobre su pasado, me pregunta sobre sus dudas sobre el VIH, temas judiciales, y de su temor al futuro. He creado un vínculo profesional de confianza puro y no sé ni cómo lo he hecho :P cuando me he querido dar cuenta había sido empática, autentica, no había juzgado en ningún momento y aunque me ha costado controlar la situación en ciertos momentos, creo que se ha sentido escuchado, arropado, tranquilo y comprendido. Me ha dado la impresión que estaba muy abrumado y necesitaba ese espacio para él, donde sentirse protagonista y receptor de la ayuda. Yo, por mi parte, me siento cansada (tanto física como mentalmente) después de llevar a cabo esta intervención que han sido más de dos horas y media de tensión y atención máxima.

Le he invitado a venir al centro porque cumple el perfil, está muy abierto a la ayuda y creo que podemos responderle bien. También le he recomendado ir al CIPS para tratar el tema del VIH. En cuanto al ámbito judicial, le he explicado (en base a mis conocimientos) las posibilidades que tenía para lograr que le dejasen volver a ver a su hijo y cómo hacer que esa la probabilidad aumente.

He de decir, que dos días más tarde vino al centro y aceptó la proposición de formar parte de él. También ha ido con su mujer a hacerse las pruebas del VIH, han dado negativas en ambos casos. Hoy por hoy, tiene trabajo, está abstinente y me encanta verle por la calle tan feliz.

18 de octubre de 2011

Experiencias: Caso frustrado

Hoy me he levantado pensando qué escribiría. He decidido contaros la experiencia de "Mi caso frustrado". Muchos podéis pensar que un profesional no puede tener casos frustrados; siento deciros que todos los profesionales tienen alguno a lo largo de su vida. Es lo que les hace sentirse humanos y evitar el complejo de "salvador" :P

Agosto de 2008. 
He visto a un chico que me ha puesto la piel de gallina. Es de piel negra, tiene los ojos muy rojos, huele mucho a alcohol, creo que delira y se encuentra como abstraído del mundo.

Hoy he vuelto a pasar por donde lo vi. No estaba en el banco, pero he visto como una vecina del edificio de enfrente aprovechaba la ausencia para bajarle comida en un recipiente de aluminio como si de un gato o un perro se tratase. 
Me frustra ver a un ser humano en esa situación, habla sólo palabras o balbuceos que no entiendo y  camina descalzo. Creo que debo evitar pasar por aquí, no puedo soportar verle en esa situación, es muy joven y mi instinto me empieza a llamar para acercarme, pero no puedo, se nota que está mal, no se hasta que punto puede ser racional.

Hoy he vuelto a pasar, tenia que ir al médico y estaba justo enfrente. El chico estaba ahí, dormía en su banco y ha empezado a tener convulsiones, nadie ha hecho nada. Han pasado cuatro personas que le han mirado y medio esquivándole han seguido su camino. Yo no me exculpo, tampoco he hecho nada, me he quedado paralizada y aterrada. La verdad es que tengo ganas de gritarle al mundo. ¡Es un ser humano! Seguro que si fuese blanco... seguro que si no bebiese alcohol...

Diciembre de 2009.
Hoy mi jefa me ha dicho que íbamos a salir con la unidad móvil a hacer intervenciones en la calle. Le he propuesto acercarnos a ver al chico del parque y ha accedido advirtiéndome que lo más probable es que no se le pudiese atender. ¿Por qué? Pues... el pasado del chico es el siguiente:

Llegó a España siendo menor de edad. Es inmigrante ilegal. En un mundo correcto, el Estado debería haberse hecho cargo de él, escolarizarlo, darle protección e incluirlo en la red de la Seguridad Social. Sin embargo, al llegar, nadie se hizo cargo de él con la mala suerte, o el inconveniente de que éste niño había sido diagnosticado con un Trastorno Esquizóide.
La enfermedad no estaba siendo tratada, por lo que, poco a poco, los delirios fueron en aumento. El chico cumplió 18 años en España, el Estado ya no tenía por qué hacerse cargo, ahora tan sólo era un inmigrante más, con un problema grave mental, y que había empezado a consumir alcohol para controlar los delírios. (Muchas personas con trastornos de la personalidad -bipolar, esquizoide,...- toman alcohol para reducir los síntomas de su enfermedad provocando, al final un consumo abusivo o adictivo de alcohol.)
Con los años, el chico se convirtió en un adulto con una patología dual (trastorno mental + adicción). No tenía casi momentos de lucidez, por lo que era imposible realizar intervenciones con él. Desde diversas ONG se intentó trabajar con él sin tener ningún resultado, precisaba seguimiento médico, y la única forma, el internamiento. Se intentó que una de las plazas de urgencia de los Centros para Personas con Enfermedades Mentales de Alicante fuese para él, pero sin papeles es imposible. El chico estaba condenado y los profesionales que querían hacer algo, atados de pies y manos.

Hemos llegado al parque, hoy se ha fabricado unas sandalias con dos botellas de agua y un cordón, por lo menos no andará descalzo. Está muy delirante, no podemos acercarnos a él porque no sabemos cómo puede responder (huyendo, agresivo, pasivo...). Decidimos marcharnos y le comento a mi jefa lo que sentí al ver al chico por primera vez y la sensibilidad que tengo hacia el caso. Me prohíbe volver a trabajar en él y pasar por ese sitio.

Agosto 2010
He llegado en el autobús a Alicante y en la puerta de la estación estaba el chico. Está fatal. ¿De verdad no se puede hacer nada o es que no quieren? Empiezo a investigar para ver si hay alguna trampa en la ley que me permita su ingreso. Sé de una forma, que el chico cometa un delito, pero el chico no ha echo nada, es un fracaso provocado por una serie de irresponsabilidades que no tienen que ver con él. Tiene que haber otra forma.

Abril 2011
Hoy estaba sentada en el parque (lejos de la zona que él frecuenta) con mi pareja que no sabe cómo actuar con una persona delirante, y, aunque no le culpo (no es algo que te enseñan en el colegio), he de decir que ha ido directamente a cometer los errores que pueden ser más peligrosos.
El chico ha aparecido de repente, estaba muy muy delirante, creo que veía demonios, espíritus o algo así, porque estaba muy asustado y hacía la "espiga" (forma de poner los brazos y las manos para "protegerte de los espíritus malignos") balanceándose para delante y para atrás una y otra vez.
Primer error, mi pareja se queda mirándole fijamente. (Si una persona delira, y más cuando es un delirio tan fuerte que provoca miedo, pánico o terror en el individuo, no sabes si tú formas parte de su alucinación, intenta no observarle con intensidad, la persona puede sentirse atacada e ir contra ti). El chico empieza a venir hacia nosotros. Mi pareja se pone nervioso y quiere marcharse rápido y acelerado. Segundo error. (Actúa con normalidad, no des pié a que la persona piense que eres su enemigo, que vas a huir o que quieres dañarle, actúa con movimientos relajados y si, como en este caso, viene hacia ti, quédate sentado hablando con la otra persona. En el momento que observa que no le hacéis caso, se marchará.) Empiezo a hablar con mi pareja pidiéndole que me mire a mi. El chico se para a un metro de nosotros, nos observa, y como si no pasara nada se marcha. Yo quiero irme de ahí, no esperaba encontrarlo y sigo pensando que no es humano dejarle sufrir tanto.

Junio 2011
Desde la última vez que le vi, le he suplicado a mi jefa que me deje investigar y acercarme un poco a él.  Entiendo los signos que utiliza para protegerse porque los he estudiado antes y he visto cómo se utilizan, se como actuar ante esas situaciones y prometo mantener siempre una distancia de seguridad. Soy consciente de que probablemente no pueda hablar con él jamás, solo quiero observar. Sigue dándome miedo porque su esclerótica es rojiza y es llama la atención, pero lo controlaré. 
No me deja. Dice que es muy peligroso y que, puede planteárselo si ella viene conmigo. Luisa, invitada quedas.

Estando en una cafetería ha entrado el chico. Es la primera vez que le veo interactuar, es la primera vez que le veo entrar a un espacio limitado, con gente, ha sido una sensación indescriptible. Se ha acercado a la barra y ha dicho algo que se asemejaba a "comida, hambre". Nadie le ha hecho caso, todos han hecho como si no existiese. He bajado mis manos hasta la altura de la cintura y le he mirado, él me ha mirado también. No he estado tan nerviosa en mi vida. He bajado la vista despacio como signo de "sumisión" y él a continuado mirándome tranquilo, sin decir nada y sin acercarse. Ha sido la experiencia más alucinante y aterradora de mi vida. Ha sido cuestión de dos minutos, pero me han parecido los minutos más largos de mi vida. Luego se ha se ha marchado hablando. Escuchándole, creo que estaba hablando "Pidgin english", un dialecto del inglés propio de Nigeria, pero no se, ya sería aventurarme demasiado...

Octubre 2011
A día de hoy no he vuelto a ver al chico y mi jefa sigue prohibiéndome acercarme a él. Así que, hasta que no se dé otro encuentro fortuito o me autorice para acercarme, no habrán más noticias al respecto.

17 de octubre de 2011

NOTICIA


NOTICIA

"Uno de cada diez 'sin hogar' tiene estudios universitarios" Un estudio realizado por la Fundación La Caixa ("¿Quién duerme en la calle?") revela que el 9% de las personas sin higar de nuestro país posee algún título universitario. Según estos datos, ¿quién está a salvo de la pobreza? Una de cada diez personas que nos encontramos cada día por nuestras calles tiene estudios universitarios, fueron empresarios de éxito, un profesional de élite destacado, madre de una familia normalizada y propietario de una vida digna. ¿Te sientes a salvo? A lo largo de mis dos años en el centro, he podido tratar con cirujanos, actores, maquilladores profesionales, neurólogos, escultores, pintores, pero... realmente, leer datos cuantitativos, sigue llamando la atención.

Debido a la dificultad de llegar a las personas que componen este colectivo por su movilidad, temporalidad y carencia absoluta de datos oficiales a nivel estatal, toda cifra estadística es una mera estimación en base al recuento de las personas que acuden a albergues y comedores sociales. En Alicante, según un estudio que realicé basándome en los datos otorgados por el CAI y CEA, casi 3.200 personas carecen de hogar y, ésta, es una cifra que va en aumento y varía cada mes.


Estamos acostumbrados, cuando vemos gente en la calle, a pensar automáticamente que son unos "vagos", "alcohólicos", "desgraciados", "perro-flautas" y olvidamos que son seres humanos, que han sido niños, han crecido jugando como tú y como yo, que han ido creciendo, que son papás, mamás, hermanos, primos y, que, por unas cosas u otras, llegados a un punto no han conseguido seguir caminando el sendero sencillo y han pasado al más complejo. Ese camino, no te determina y sólo se precisa esfuerzo y aceptación para conseguir allanar de nuevo la senda.

No sabes si podrás ser tú, aprende a respetarles como te gusta que te respeten a ti.



Aclarando términos

“La vida en la calle es una lucha cotidiana por la supervivencia” Francesca Zuccari


Persona sin hogar es el término utilizado para denominar a un individuo que ha alcanzado el nivel máximo de vulnerabilidad  pudiendo llegar a una situación exclusión social y marginación en la sociedad moderna. Dicho concepto hace referencia a la persona que vive en la calle y de forma eventual, en albergues, a causa de una ruptura con sus lazos familiares, sociales y laborales que se suelen dar, generalmente, de forma encadenada.

A lo largo de la historia, el concepto utilizado para denominar a las personas de éste colectivo ha ido cambiando por determinar que, o bien era negativo u ofensivo para ellos, o no definía correctamente y en su totalidad al colectivo:
  • Mendigo: Es el término más antiguo y, en la actualidad, de los más utilizados. Éste concepto es erróneo, ya que da por hecho que la persona sin hogar práctica la mendicidad, y en la actualidad sólo una minoría de estas personas la ejerce de forma habitual.
  • Vagabundo: Se considera incorrecto ya que muchas de estas personas son más sedentarias que nómada, es decir, puede permanecer años y décadas en el mismo portal, cajero o rincón.
  • Carrilero: Son las personas que recorren las calles (los carriles) y vagabundean tanto en las calles como entre las ciudades. Es incorrecto ya que, aunque haya personas sin hogar que sí cambian de lugar con cierta frecuencia, hay otras muchas que no lo hacen.
  • Transeúnte: Término incorrecto, ya que presupone que la mayoría de las personas sin hogar viven en las calles. No tiene por qué ser así, porque algunas residen en albergues o casas okupas.
  • Indigente: Es un término demasiado general, ya que indigente también puede ser una persona que viva con su familia en una chabola o una persona inmigrante con un trabajo precario. Un indigente no tiene por qué ver rotos sus lazos familiares y laborales de una forma tan extrema. Además este término suele relacionarse con carencias más materiales, cuando probablemente el problema más subrayado en las personas sin hogar no es la indigencia, sino la falta de autoestima, de voluntad y de relaciones sociales.
  • Sin techo: Es el término más famoso, aunque probablemente no el más correcto. Hace referencia a la carencia de un lugar donde dormir pudiendo englobar desde la situación en la que se encuentran las personas nómadas hasta la que viven las personas que se encuentran en la intemperie, pero no tiene en cuenta las carencias no materiales como las redes sociales, familiares, laborales...
  • Persona en situación de calle: Éste término es más utilizado en latinoamérica. Se refiere a las personas que habitan en las calles y transitan albergues residencias solidarias, haciendo de la vida en la calle un espacio vital de desarrollo de la identidad.
En España, se ha adoptado el término "persona sin hogar" para referirse a ellos porque consideran que la carencia más grande que tienen no sólo la ausencia de un techo, sino también de una familia y un trabajo, es decir: un hogar.