El año pasado, un programa de televisión estuvo en Alicante
grabando un documental gráfico sobre las personas sin hogar en España. Algunos
de las personas que salieron eran usuarios del CEA que contestaron a preguntas
sobre qué eran antes de estar en la calle, cómo se sentían, cómo habían llegado
a esa situación y de qué forma lo sobrellevaban.
Hubo una mujer, en Barcelona, que vio el programa y decidió
llamar a la cadena en cuestión para que localizasen a uno de los entrevistados.
La mujer le ofrecía vivir con ella y su familia, comida y un sueldo a cambio de
que trabajase para ellos como “personal de mantenimiento”: pintar paredes,
cambiar bombillas, labores de marquetería y demás cosas que se precisasen. Para
ello, debería trasladarse a Barcelona, aunque los costes de transporte también
correrían a cargo de la familia.
La televisión regresó a Alicante para grabar la historia
desde que encontraban de nuevo al hombre hasta que se reunía con la familia en
Barcelona, y, Cruz Roja, desde la unidad móvil del CEA fue la encargada de ir
al lugar donde el hombre vivía para recogerle.
El hombre vivía en una cueva, así que el equipo le recogió
allí, lo llevó al CEA donde se aseó, se le dio ropa y se despidió (parte que no
está grabada por mantener el anonimato de los demás usuarios). En la televisión
nunca salió que este hombre había pasado momentos tales de carencia que había
llegado a estar alimentándose de carne de gato salvaje por no tener nada más a
lo que recurrir. Sobre esta práctica, que sé que puede resultar sorprendente a
priori (a mi me sorprendió mucho la primera vez que tuve noticias de ella) he
de decir que no es tan poco común. Muchos de los usuarios con los que me he
encontrado después han confesado hacerlo e incluso tienen “técnicas” de cocina
de tratamiento de la carne para que no sea tan dura al comerla. Quizá os
preguntéis por qué os cuento esto, “pobres animales”… bueno, lo cuento para
invitaros a pensar a qué punto debieron llegar, cuál sería la carencia de
alimento para llegar a esos extremos.
Continúo con la experiencia del hombre. Una vez preparado,
la unidad móvil lo llevó a Renfe donde cogió el tren hacia su nuevo destino, su
nueva vida, o, como él mismo lo denominó, “una gran oportunidad que no dejaría
perder”.
Éste hombre, de poco más de 50 años, encontró un nuevo
camino. No se puede saber qué llevó a la mujer a llamar a la cadena, no se
puede saber por qué él y no otro de los que aparecieron en el programa, lo que
sí podemos saber es que, una llamada cambió todo el rumbo de la vida de alguien y, es una experiencia que me gustaría compartir con vosotros. Por eso la dejo aquí. He tratado de buscar el vídeo de la noticia, ya que salió en los informativos, pero ocurrió sobre abril del año pasado y no he dado con él. Si más adelante lo encontrase, lo colgaría.